Cuando no puedo ver a Dios es que me ojos me lo impiden, aveces estan agotados que se cierran a ver lo que el hace cada día... cuando aparece en la ventana mi mi alma saludandome incansablemente... pero somnoliento y triste de bruma mis ojos no perciben su presencia.
No podemos oír a Dios, ¿Cómo oírlo? ¿Cómo percibir el susurro de sus labios? Me han gritado tanto que he perdido la capacidad de oír claramente... su voz es suave como el aliento, solo en condiciones adversas vemos nuestro propio aliento y nos acostumbramos que este allí que es desapercibido...
Todos sabemos que esta allí pero casi nadie le oye... nos acostumbramos a no oírlo aunque el persista en llamarnos.
Has sentido acaso sus caricias...
Si no podemos verlo y se nos complica oírlo, sentirlo es un desafío. Veía a una guagua que oía y solo sus ojos veía el mover incesante de los labios de su madre, veía las caricias de la madre en el cuerpecito docíl y cuando sus oídos se abrieron al susurrar de la voz cálida y sutíl su rostro cambio y fue conmovido por su voz que antes no conocía que se le había oculto. Tanto es lo que perdemos al no percibir sus claras notas, sin enbargo no es el quien deja de hablar somos nosotros los imcapaces de oír.